martes, 15 de mayo de 2012


NUESTRA PASCUA Y LA SEMANA SANTA



     Como tantas cosas que se acostumbran en la iglesia, la pascua o semana santa es una de las que más afecta nuestra cultura cristiana por conmemorar el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo en la cruz.  Es muy cierto que las fechas no son tan importantes como el significado en sí de la conmemoración,  pero cuando se trata de ser fiel a la exactitud de los hechos es cuando nacen los problemas porque hay discordancias muy marcadas respecto a la celebración de un acto y la fecha en que se debe realizar.

     Cuando me hablan de celebrar ciertas fiestas cristianas respondo que no lo hago porque no estoy de acuerdo con las fechas, y el caso de la pascua es el de mayor controversia.  Resulta que desde que tuve conciencia de la fe me preguntaba porque se celebraba la semana santa un viernes como día de expiación (muerte redentora del Mesías) y el domingo como de resurrección.  En el mejor de los casos y haciendo cómputos muy estirados, exagerando por supuesto, se llegaba a dos días y dos noches.

     Esto me lleva siempre a buscar la razón en vez de conformarme al modelo impuesto por la religión, porque esta fiesta se impuso en el Concilio de Nicea en el 325 de la era cristiana entendiendo la figura de la expiación a través de un cordero de los judíos en su fiesta de pascua representando el perdón real de los pecados a través de la muerte de Cristo en la cruz. 

     Para comenzar hay que citar las palabras del mismo Jesús: “Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.  El les respondió y dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.  Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (S Mateo 12:38-40).

     Tres días y tres noches hacen 72 horas si lo tomamos al pie de la letra.  Citando textualmente el Antiguo Testamento tenemos: “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches (Jonás 1:17).  Ahora hay que analizar en detalle la cuestión de los días y las noches para no caer en errores o interpretaciones erróneas.  Vamos al Génesis: “Y vio Dios que la luz era buena; y separó la luz de las tinieblas.  Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche.  Y fue la tarde y la mañana un día” (Génesis 1 4-5).

     Un día completo según el texto citado comprendía una tarde y una mañana, por esta razón los judíos acostumbran a contar el día desde una caída del sol (o atardecer) hasta la próxima caída del sol del día siguiente completando una tarde y una mañana de 12 horas cada uno.  Luego dice: “Y fue la tarde y la mañana el día tercero” (Génesis 1:13).  Tres días con sus respectivas tardes y mañanas de 12 horas cada una, osea, 72 horas en total.  Ahora, el problema comienzo a resolverse con la misma Palabra de Dios.

     Podríamos preguntarnos si es exacto decir que un día contiene una tarde y una mañana de 12 horas cada una.  Veamos: “Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas?  El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él” (s Juan 11:9-10).   Es por eso que las Escrituras, respecto a la forma como clasificaban el tiempo los judíos, menciona las horas del día a partir del amanecer o salida del sol como hora primera, hora segunda, hora  tercera…..etc.; esto es, 7 de la mañana, 8 de la mañana y 9 de la mañana,; de tal modo que la hora sexta era el mediodía y la hora novena las 3 de la tarde. 

     Y las noches eran contadas como vigilias: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” (S. Lucas 2:8)  Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos” (S. Lucas 12:38).  Las vigilias eran 4 y se dividían desde el atardecer (aproximadamente 6 de la tarde), esto es, si la noche tenía 12 horas cada vigilia tenía 3, la última era la del amanecer ó de 3 a 6 de la mañana.

     Añadamos más pruebas bíblicas: “Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días” (S Marcos 8:31)  Si esto se hubiera cumplido un viernes por la tarde, los tres días se cumplirían el lunes por la tarde, no sé de donde salió aquello del viernes y el domingo por la mañana salvo que se interpretase lo del día de reposo que empezaba al atardecer de la crucifixión.

      De seguro muchos hermanos se escandalizarán y me juego los vituperios de gente dentro de la iglesia que ha consagrado las fiestas de la iglesia católicas como suyas.  No es la primera vez que sucedería porque hay muchos hermanos a quienes les molesta que se les mueva de sus cómodas tradiciones o aborrecen la cultura cristiana porque es más fácil aceptar lo que la corriente de la tradición lleva.

    Y no solamente es que la resurrección fue luego de tres días o al cumplirse ese lapso sino que no podría haber sido en domingo porque para cumplirse los tres días y tres noches hay que tomar en cuenta el momento de la muerte para contabilizar a partir de allí las 72 horas que lógicamente cubren tres días y tres noches: “Cerca de la hora novena (3 de la tarde), Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, lama sabactani?  Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?  Algunos de los que estaban allí decían: A Elías llama éste. ………pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle.   Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu” (S. Mateo  27:45-50).

    Jesús entregó el espíritu pasada la hora novena, y por tanto, su resurrección tuvo que llevarse a cabo durante el día y casi atardecer del tercer día completo luego de este hecho.  Esto lleva a tres días después a la misma hora, osea, la hora novena. (o tres de la tarde). Esa forma de medir los días es una tradición desde la creación y confirmada en la ley: “Día de reposo será a  vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo” (Levítico 23:32).  

    Vayamos desarrollando el asunto del domingo juntamente con la del día de la crucifixión porque van juntos.  Jesús estaba ya muerto en el madero y José de Arimatea pidió el cuerpo a Pilato, y éste se lo concedió.  Tomaron el cuerpo y lo llevaron al sepulcro y Juan recalca algo muy importante: “Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús”  (S. Juan 19:42).  La costumbre judía era que no debían quedar cuerpos en la cruz en el día de reposo: “Entonces los judíos, por cuanto era la víspera de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí” (S. Juan 19:31). 

     De allí la prisa por sepultar a Jesús antes del atardecer, venía un día de reposo de gran solemnidad.  Todos suponen que es un sábado pero eso tendría que obligar a computar tres días y tres noches entre la tarde del viernes y la mañana del domingo lo cual hace solo dos noches y una mañana, no cuenta la mañana del domingo como veremos.  Revolveremos primero lo del día de la crucifixión y luego lo del día de resurrección.

     La crucifixión precedió a un día de reposo, pero qué reposo.  El texto de S. Juan 19:31 citado anteriormente habla de  “….día de reposo de gran solemnidad…”  Tenemos que leer Levítico 23: “Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Las fiestas solemnes de Jehová, las cuales proclamaréis como santas convocaciones, serán estas: Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en dondequiera que habitéis” (Levítico 23 1-3)  Este es el sábado que se guarda cada semana, el séptimo día.

     Hay que separar estos días séptimos de los que cita después Dios en Levítico: “Estas son las fiestas solemnes de Jehová, las convocaciones santas, a las cuales  convocaréis en sus tiempos: en el mes primero, a los catorce días del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová” (Levítico 23:4-6).  La pascua está descrita en Éxodo 12, se mataba un cordero y con su sangre se pintaba la puerta de cada hebreo para que el ángel de la muerte no entrara.  Esa pascua del Antiguo Testamento siempre precedía el día de reposo anual llamado el primer día de los panes sin levadura: “Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comerás panes sin levadura.  En el primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo haréis.  Y ofrecerás a Jehová siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis” (Levítico 23:6-8).

     Primero se separa el establecimiento del sábado o séptimo día en los versículos  1 al 3. Luego se cita las fiestas solemnes o convocaciones santas de las cuales la principal era la pascua el día 14 del primer mes seguida de la fiesta de los panes sin levadura que duraba siete días y se iniciaba el día siguiente de la pascua osea el día 15.  El primer día y el último de esta semana eran de reposo, ningún trabajo se haría. 

    El versículo 31 de S. Juan 19 habla de un día de reposo de gran solemnidad, y este día era día de fiesta o Día Santo Anual según Levítico 23:4-8.  Era una vez al año, primero el día catorce del primer mes, la Pascua; y luego el día quince la fiesta solemne.  Eran siete días de panes sin levadura y de ellos el primero y el último eran santa convocación, también de reposo porque ningún trabajo se hacía: “….el primer días tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis….” (Versículo 7) “……Y ofrecerás a Jehová siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis…” (Versículo 8).  

      Es lógico que todos años el 14 del primer mes caiga en diferentes días, así como nuestro cumpleaños es siempre el mismo día numérico pero no el día semanal, puede caer lunes o martes o miércoles….cualquier día de la semana.  De igual modo la Pascua (el día 14 del mes primero) cae en diferentes días.  Nuestra Pascua o cordero inmolado es nuestro Señor: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (I Corintios 5:7).  El Señor murió un 14 del primer mes judío y el día de reposo de gran solemnidad era el quince de ese mes, o al día siguiente. 

    Ahora, resolvamos lo del domingo de resurrección: “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún muy oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro” (S. Juan 20:1).  Es domingo por la mañana, muy temprano y aún oscuro, esto es quizás las 5:30 de la mañana; y la tumba ¡ya estaba vacía!  ¿De donde sale entonces lo de domingo de resurrección?  Si la tumba estaba vacía es porque Jesús ya había resucitado, esto también lo recalca Lucas 24:1-3, y los ángeles que estaban allí les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado (S. Lucas 24:5-6).

     Haciendo un cómputo en reversa podemos determinar el día de la crucifixión, si para el domingo en la madrugada ya no estaba en la tumba y su muerte había acontecido entre las 3 y 6 de la tarde, tres días después tenían que haber sido también entre esas horas, por tanto, la resurrección tuvo que haber sido entre esas horas anteriores al amanecer del domingo y esto es entre las 3 y 6 de la tarde del sábado.  Tres días antes fue el miércoles.  El Señor fue crucificado un miércoles.

     El día catorce del primer mes del año en que fue crucificado el Señor fue un miércoles y el jueves fue el día de reposo de gran solemnidad según Levítico  23:6.  Ese jueves fue un día  de fiesta solemne en que los judíos tenían reposo y no trabajaban (Levítico 23:7).  Está claro que el cómputo de los tres días es de 72 horas: tres días y tres noches como la señal del profeta Jonás que Jesús predijo.

    Mucho se habla también de los errores de traducción y S. Marcos 16:9 es un caso.   Allí se deja ver claramente que Jesús resucitó un domingo por la mañana, pero un versículo contra S. Juan 20:1, Lucas 24:1-6,  Mateo 28:1-6, y aún el mismo evangelio de Marcos 16:2-6, no puede prevalecer.  Los traductores supusieron la resurrección dominical y vertieron esa traducción, debió decir quizás “…habiendo pues resucitado Jesús, el primer día de la semana muy temprano apareció….”.  No es descabellado pensar así ya que un solo versículo no puede contradecir a los otros muchos.




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